Más feliz que una perdiz y con 70 euros menos, abandonamos la notaría no sin júbilo. Ahora sólo nos quedaba volver a la comisaría, entregar toda la documentación, pagar la multa y largarnos de allí.
JAJAJA.
De vuelta a la comisaría y tras cerciorarse que entregaba todos requisitos que me habían pedido, el funcionario rebusca en una carpeta el expediente al que está adosada mi licencia mediante un clip. Por descontado, nada está informatizado. Firmo en un libro de registro y me devuelve la licencia junto con la multa. Le pregunto sobre el cobro de la misma y me responde dándose la vuelta con un encogimiento de hombros. No sé qué pensar, o sea, ¿me devuelven la licencia después de toda esta gincana sin pagar la multa?
Al salir se lo cuento a Marta y lógicamente le parece también extrañísimo... Como sólo nos ponemos ya en lo peor, nos imaginamos en la aduana retenidos en un cuartucho por intentar abandonar el país sin pagar la sanción, así que decidimos volver a entrar y preguntarle a nuestra amiga de la entrada dónde demonios se paga la multa... Cuando nos hacemos entender nos responde "BANK, BANK" pero con la mirada nos está diciendo que no tiene ni la más remota idea de dónde es... Nos despedimos de ella y la dejamos relajada tras un cristal de dudosa trasparencia.
Ambulancia Atomis.
Mientras todo esto sucede, Marta se dedica a inmortalizar el entorno sin alejarse demasiado de la moto.
Birou Notar Public.
Con un txirimiri inoportuno, llegamos a la X del tesoro. El notario público al que nos remitieron era un tipo amable de mediana edad. Tras mostrarle la documentación, me indicó que bajase por una empinada escalera hasta un despacho. La estancia no es mas que un sótano encalado de blanco, donde dos intérpretes, hombre y mujer, esperan como arañas en los agujeros de una tapia, la entrada de algún conductor en apuros. Tras rellenar innumerables formularios, fotocopiar mi pasaporte, seguro y documentación de la moto, leerme mi declaración en la cual JURABA que abandonaría Rumanía en 24 horas, subimos de nuevo al espacio "noble" del notario.
Mientras el este acababa de despachar a otro cliente, la intérprete, en voz baja y para que nadie la oiga, me reclama los veinte euros por su servicio... Le digo que se los pagaré cuando me den la factura, pero acercándose aún más a mi oído murmura: "no, mejor me los das ahora" acompañado de un par de leves tironcillos... como si esperase oír el tintineo metálico de las monedas en algunos de los bolsillos de la chupa de la moto... Me deja tan perplejo que se los suelto sin rechistar...
La estancia en la que nos encontramos es feliniana. Por deducción pienso que la mujer que habla a voces por teléfono repatingada en un sofá mientras ve y oye la TV a todo volumen, no debe de ser otra que la señora del notario. Toda la mesas se disponen al rededor de otra central más grande que sirve como peana a una maqueta de tren que circula en sentido contrario a las agujas del reloj. Todo este ambiente se completa con una fuente griega de imitación al mármol, de esas de tipo feng-shui que despide una especie de humillo blanquecino... y en una esquina, ajena a nuestras miserias, una cacatúa devora sin tregua las semillas de un cuenco.
Cuando el notario se despide del otro cliente, sin mediar palabra y sin leerse los documentos, los firma y me dice que son 48,25 euros. Ahora veo que todo esto es un complot para sacar pasta a los turistas, todo es un negocio ruin pero bien orquestado... Le doy 50 euros, se los guarda en el bolsillo y dándome una palmadita en la cara, me desea suerte y se larga con mi vuelta. Pero estoy tan arto, asqueado y en el fondo algo asustado que no me quedan ganas de batallar por 1.75 euros. Sólo quiero que me devuelvan la licencia y largarme de este país.
En la comisaría de policía.
Al llegar a Deva y nada más avistar a un coche de policía en la primera rotonda, nos dirigimos hacia él. Tras mostrarle a los dos tipos la multa y el famoso justificante para conducir 15 días, muy amablemente nos dijeron: "Police No Problem" y haciendo un gesto con la mano nos pidieron que los siguiésemos hasta la Central.
Después de cinco minutos de persecución, llegamos a la comisaría. El lugar es realmente sobrecogedor. Colillas aplastadas y vasos de café reventados tirados tanto dentro como fuera de las papeleras, cristales, sillas y puertas rotas, macetas raquíticas por la falta de agua y luz, desconchones, muestrario de mobiliario desde 1970, etc... Ante este panorama Marta dijo una frase bien descriptiva: "Si así están los funcionarios, imagínate cómo están los calabozos" Un escalofrío recorría nuestros cuerpos... Me dispuse a entrar mientras Marta vigilaba nuestras pertenencias. Le pregunté a una policía que había en un cuartucho justo en el zaguán del edificio, bueno le pregunté, más bien le volví a enseñar la documentación porque no hablaba nada de inglés y además se veía con pocas entendederas...
Con media sonrisa acompañada de media dentadura, me señaló las escaleras que comunicaban con la planta superior. La comisaría tenía cierto sabor a Canción Triste de Hill Street por lo estancada en los setenta, sin ordenadores, con las escaleras trilladas y los pasamanos pulidísimos del trasiego. Esperé sentado al rededor de 10 minutos, tiempo que empleé para fantasear sobre ser detenido y pudrirme en lóbregos sótanos al más puro estilo El Silencio de los Corderos. Tanto es así, que para inmortalizar el momento, saqué el móvil para hacer una foto. Tras ponerlo en silencio, la hago. De repente me invade la duda de si habrá cámaras de vigilancia. No las hay. Aliviado guardo el teléfono pero me asalta la idea de: ¿Y si me cachean, por lo que sea, acceden al teléfono y ven que he disparado una foto en el interior de la comisaría? Ante tal acojone, borro la foto con un ligero temblor de manos.
Cuando me toca, compruebo que la ventanilla por donde me atienden es excesivamente baja. Sólo veo la barriga del poli que está al otro lado y su silueta difuminada por el esmerilado del cristal. Expongo mi caso a lo cual me responde: DECLARATION? Qué declaración, le respondo y me dice: LA QUE TIENES QUE REALIZAR CON UN INTÉRPRETE ANTE NOTARIO EN LA QUE DECLARES QUE UNA VEZ RECOGIDO TU LICENCIA ABANDORANARÁS RUMANÍA EN 24 HORAS. Quiero morir. Le pregunto dónde demonios me busco ahora un intérprete y un notario en Deva a lo cual me responde cerrando de un manotazo la ventanilla. Fantástico.
Bajo las escaleras y le cuento a Marta lo sucedido. Esto parece no tener fin... Decidimos preguntarle a la poli de la entrada por un notario. Oye, mira qué casualidad que sin dudarlo y tras dibujar en un papel una especie de mapa del tesoro, marca con una X la dirección de uno que está a pocas manzanas de la comisaría. Vamos para allá... No salimos de nuestro asombro...
Después de cinco minutos de persecución, llegamos a la comisaría. El lugar es realmente sobrecogedor. Colillas aplastadas y vasos de café reventados tirados tanto dentro como fuera de las papeleras, cristales, sillas y puertas rotas, macetas raquíticas por la falta de agua y luz, desconchones, muestrario de mobiliario desde 1970, etc... Ante este panorama Marta dijo una frase bien descriptiva: "Si así están los funcionarios, imagínate cómo están los calabozos" Un escalofrío recorría nuestros cuerpos... Me dispuse a entrar mientras Marta vigilaba nuestras pertenencias. Le pregunté a una policía que había en un cuartucho justo en el zaguán del edificio, bueno le pregunté, más bien le volví a enseñar la documentación porque no hablaba nada de inglés y además se veía con pocas entendederas...
Con media sonrisa acompañada de media dentadura, me señaló las escaleras que comunicaban con la planta superior. La comisaría tenía cierto sabor a Canción Triste de Hill Street por lo estancada en los setenta, sin ordenadores, con las escaleras trilladas y los pasamanos pulidísimos del trasiego. Esperé sentado al rededor de 10 minutos, tiempo que empleé para fantasear sobre ser detenido y pudrirme en lóbregos sótanos al más puro estilo El Silencio de los Corderos. Tanto es así, que para inmortalizar el momento, saqué el móvil para hacer una foto. Tras ponerlo en silencio, la hago. De repente me invade la duda de si habrá cámaras de vigilancia. No las hay. Aliviado guardo el teléfono pero me asalta la idea de: ¿Y si me cachean, por lo que sea, acceden al teléfono y ven que he disparado una foto en el interior de la comisaría? Ante tal acojone, borro la foto con un ligero temblor de manos.
Cuando me toca, compruebo que la ventanilla por donde me atienden es excesivamente baja. Sólo veo la barriga del poli que está al otro lado y su silueta difuminada por el esmerilado del cristal. Expongo mi caso a lo cual me responde: DECLARATION? Qué declaración, le respondo y me dice: LA QUE TIENES QUE REALIZAR CON UN INTÉRPRETE ANTE NOTARIO EN LA QUE DECLARES QUE UNA VEZ RECOGIDO TU LICENCIA ABANDORANARÁS RUMANÍA EN 24 HORAS. Quiero morir. Le pregunto dónde demonios me busco ahora un intérprete y un notario en Deva a lo cual me responde cerrando de un manotazo la ventanilla. Fantástico.
Bajo las escaleras y le cuento a Marta lo sucedido. Esto parece no tener fin... Decidimos preguntarle a la poli de la entrada por un notario. Oye, mira qué casualidad que sin dudarlo y tras dibujar en un papel una especie de mapa del tesoro, marca con una X la dirección de uno que está a pocas manzanas de la comisaría. Vamos para allá... No salimos de nuestro asombro...
Hito.
Mojón o poste de piedra que indica una dirección en los caminos o señala los límites de un territorio. Ejemplo: el hito indicaba el término de la comarca. Qué monos que són.
Negatividad.
Estábamos deseando aclarar el tema. Era nuestro objetivo principal. Sea cual fuere el resultado queríamos salir de dudas porque nos estaba amargando el viaje. De hecho, sólo reparábamos en cosas negativas: que si mira ese pero atropellado, que si mira allí hay otro, que si cuánta basura, que si mira esa central nuclear que parece que acaba de estallar, y cosas así... esos comentarios nos acompañaban en nuestras seis horas de retorno a Deva... y claro, así no hay quien viaje.
Noveno día de viaje.
Tras decidir la noche anterior que no cogeríamos un taxi y que por nada del mundo dejaríamos la moto en Brasov, desandamos los 300km de vuelta hasta Deva. Eso sí, extremaríamos las precauciones. Nada de superar el límite de velocidad, distancia de seguridad máxima y cosas así, que por lo menos nos daban la sensación de que nada podría pasarnos.
Politia.
Una vez en la comisaría, le muestro tanto la denuncia como la autorización para conducir 15 días a un poli que, sin tener ni idea de inglés y tras quedarse leyendo unos minutos los papeles, me mira con cara incrédula y me pregunta mediante gestos que si me he acercado a la comisaría en moto. Le digo que no. Como no me cree, se asoma para comprobarlo. Mediante gestos me indica que tengo que pagar la multa a lo que asiento con la cabeza. Después y para mi sorpresa, llevándose el justificante a los ojos y levantando el dedo índice, me dice que es la primera vez que ve un justificante de este tipo. Me tiemblan las piernas, se me seca la boca y desorbito los ojos. Nuestros peores vaticinios parecen hacerse realidad. Osea, ¿que voy conduciendo con un papelucho que la poli de aquí no conoce? Entonces ¿si me paran, o tengo un accidente... qué es lo siguiente? ¿Un arresto? No puede estar pasándome esto a mi...
Ante la cara de debí poner, el poli, apretándome el hombro me pide que me tranquilice y que espere sentado en un banquillo (un banquillo del tipo de ordeñar ovejas). Se da media vuelta y desaparece escaleras arriba con toda mi documentación. Tras veinte interminables minutos, aparece de nuevo y haciendo un verdadero esfuerzo por entendernos me dice (o eso entiendo yo) que es un certificado que en esa región no se expide, que es legal pero que no debo conducir con él porque está fuera de control. Toma ya. No quiero ni pensar lo que nos hubiese pasado en caso de un control rutinario o una movida de tráfico.
Para asegurarse y para entendernos de verdad, decide llamar a un servicio de la policía en el que hablan inglés. Tras un breve diálogo en rumano con la operadora, empieza a repetirme en indio lo que la chica le decía al otro lado de la línea telefónica: "yu --- motorsaicol --- polis --- Deva --- draivin laisens" bla, bla, bla. No doy crédito. Mediante gestos le insto a que me pase con la otra persona a lo cual no accede. Cuando al fin entiende que es ridícula la situación, me pasa con la operadora pero sin dejarme coger el teléfono con mi propia mano. La escena no tiene desperdicio. Un tipo manteniéndome el teléfono en mi oído, yo intentando cogerlo y él bajándome la mano con la que le queda libre... Espero que al menos no pensase que iba a salir corriendo con un Nokia de 1997.
Para mi decepción, la chica me volvió a repetir la misma retaíla que en la embajada. Es decir, que el plazo de 15 días era legal, que no sabía qué tipo de justificante me habían expedido, que me cogiese un taxi para volver a Deva y una vez allí aclarase mi situación con el comisario jefe.
Cuando colgué, el policía, que en el fondo se veía majo, me dio una palmadita en la espalda y deseándome suerte me devolvió la documentación. Esto iba de mal en peor.
Casa encantada.
Ya de vuelta en Brasov y cuando entró un poco la tarde, me dirijo a la comisaría central para exponer mi caso. El paseo es de media hora pero me viene genial para ir pensando cómo iba a exponerlo.
Castillo medieval.
Por estos parajes tomamos la firme decisión de solucionar de una forma definitiva el problema que teníamos entre manos. Por la tarde, iríamos a la policía de Brasov para salir de dudas. En este castillo (al cual se accede en un trenecito de esos turísticos del que no vamos a colgar foto), fue el momento de tocar fondo con el ánimo, tanto por la mala suerte de topar con este celoso policía como del fracaso en la asesoría de la embajada.
Serpenteando entre bosques.
La carretera por este paraje atraviesa bosques que actúan como un verdadero serpentín enfriando el ambiente. Es perfecto. Sin tráfico, sin ovejas y sin policía.
Paisajes bucólicos.
Esta región es especialmente bonita. Muy rural, con casitas diseminadas por prados con balas de heno. Nos tranquiliza un poco pasear en moto por estos parajes. 30ºC, nubes altas y brisa fresca.
Más ovejas, más corderitos.
Decidimos dar una vuelta en moto para airear nuestros pensamientos. De nuevo un rebaño de ovejas se cruza en nuestro camino. En el pueblo de Drácula, estas pobres criaturas parece que han sido mordidas en la grupa. Pacientemente esperamos a que pasen y nos largamos de allí envueltos en mil dudas y en un embriagador perfume ovino.
Castillo de Bram.
Digiriendo aun el desayuno y la conversación telefónica con la EMBAJADA ESPAÑOLA, nos dispusimos a visitar la villa de Bram a unos 20km de Brasov. En este pueblo se enclava el supuesto castillo de Drácula. Como el ánimo no acompañaba y el ambiente superpoblado de turistas tampoco pasamos sin pena ni gloria por aquel atestado lugar repleto de puestos de souvenirs kitsch, máquinas de cocacola y colmillos de látex... no estaba la moral para aguantar de dos a tres horas de cola a pleno sol por mucho castillo de Drácula que fuera.
Octavo día de viaje.
El día empieza con una llamada a la embajada. Tras identificarme, empiezo a relatarles lo que nos había ocurrido un par de días antes en Zam. A media explicación la funcionaria me interrumpe y me dice: "perdona, la compañera que lleva los temas de tráfico está de vacaciones y no vuelve hasta dentro de diez días". No me lo puedo creer. Le digo que me parece fantástica la idea de cogerse las vacaciones justo en agosto y que no haya otra persona sustituyendo su labor ya que, si a algún español se le ocurre ir de vacaciones a Rumanía suele ser en este mes... que además, realmente tenía serias dudas sobre la actuación policial, sobre los trámites que tenía que hacer y sobre la legalidad de todo este embrollo. Ante mi asombro, me pide que le termine de contar lo sucedido. Lo hago y además le pido por favor si pueden llamar a la comisaría central de Deva para informarse de mi caso, a lo cual me responde: "no podemos intervenir". Me quedo a cuadros, le digo que no es intervenir sino pedir información y me vuelve a decir: "esa no es una función de la embajada"... Para tranquilizarme me dice que le "suena" el plazo de los quince días pero que lo del justificante para conducir no lo ha oído en la vida... que coja un taxi, me plante en Deva (a 300km y 6 horas de viaje) y aclare mis dudas con el comisario jefe...
No sé qué es lo que esta funcionaria asesina entiende por tranquilizar a un conciudadano en apuros pero desde luego el efecto surtido en nosotros es justo el opuesto.
TIFF
En la embajada no cogen el teléfono así que no nos queda más remedio que llamar a la mañana siguiente. Intentando no amagarnos por lo sucedido, salimos a explorar Brasov la nuit. En la Plaza central están proyectando una película del Transilvania International Film Festival. Hay un ambiente genial que nos recuerda a las pantallas abiertas de Cines del Sur.
Buscando el número de la embajada.
De vuelta al hotel y tras decidir que sería interesante llamar a la embajada para echar luz sobre lo que nos había ocurrido buscamos en internet el número de teléfono de la embajada española en Bucarest. Para dicho trámite, la recepcionista nos prestó sin la más mínima objeción y con una sonrisa en su cara su propio PC.
Confianza.
Nos sorprende que en estas calles secundarias las puertas están abiertas por lo general. Esto es un ejemplo de las ideas preconcebidas y absurdas que hay sobre los rumanos. Otro detalle es que a penas se ven rejas.
Callejones.
Luego existen otro tipo de calles como esta que comunican las principales vías. Se accede a ellas a través de portales, pero no sabemos si son privadas... el caso es que nadie nos dijo nada en ningún momento.
Plaza central de Brasov.
Brasov está en el centro geográfico de Rumanía. Es una ciudad con un centro histórico muy cuidado. Cosa aparte es perderte por los callejones adyacentes. Es curioso pero las calles son paralelas con muy pocas trasversales entre ambas, es decir si quieres ir a la calle que está justo detrás de un edificio, por lo general te obligan a dar un rodeo tremendo.
Paseando.
Una de los mejores momentos de cada día es cuando llegas a una localidad, te quitas el equipo de motorista y tu única preocupación es vagar sin rumbo definido. Brasov es muy pintoresco. Lo malo de esa cualidad lleva es que de la mano hordas de turistas, pero ni el ambiente relajado nos hace olvidar lo que nos ha pasado y de manera intermitente salta la conversación del incidente en Zam.
Hotel en Brasov.
Los 300 km que separa Sibiu de Brasov, los recorrimos en unas seis horas. La carretera nacional con multitud de travesías, el intenso tráfico y la movida del día anterior nos hacían conducir con la prudencia y lentitud de quien sortea un campo minado. Tras una vuelta de reconocimiento por la parte histórica encontramos este hotelito de ambiente familiar en el que nos trataron francamente bien.
Fagaras City.
Las zonas rurales, pese a su pobreza, mantienen un aire más digno que las ciudades. Los accesos son especialmente dramáticos por el abandono que sufren. Este parque infantil es un ejemplo que pone los pelos de punta...
Ubicuidad.
Son súper religiosos... Mires donde mires, ves altares, cruces, imágenes o pinturas de este tipo empotradas en los muros de las casas.
Hospitalidad.
Sobre todo por los pueblos llamamos mucho la atención. No debe de ser habitual ver viajeros en este tipo de pueblos alejados de los itinerarios más turísticos y menos aún en moto. De hecho, no hemos coincidido con nadie más en Rumanía viajando como nosotros. Esta madre nos pidió que le hiciésemos una foto a su hijo, pero con el nervio de los acontecimientos del día anterior, ni se la enseñamos...
Viaje al pasado.
Muchos de los pueblos que atravesamos están sin pavimentar. Este en particular es realmente bonito. Un salto en el tiempo total...
Simeria, el pueblo de las lápidas.
Justo abandonando el carril que daba acceso al hotel se entra el el pueblo de Simeria. Nada más empezar la calle principal que a su vez es la nacional por la que discurrimos, nos quedamos asombrados de que todos los jardines de las casas que dan a ella, están adornados con lápidas en exposición. Bonita manera de atraer el turismo.
Ovejas rumanas.
Abandonado el hotel, nos cruzamos con un rebaño de ovejas y la verdad, es que cierto complejo de corderitos es el que llevábamos encima por lo ocurrido ante el Sr. Lobo la tarde anterior...
Séptimo día de viaje.
Justificante para conducir 15 dias.
Incomprensible. Alucinante. Sospechoso. Contradictorio.
Me retiran el premiso 30 dias pero puedo conducir 15.
Dudas. Cansancio y la noche encima.
Y la gran pregunta: Pero, me devolveran la licencia? Cuando? Tenemos que estar 15 dias? Pagamos la multa y nos la devuelven? Son 30 dias o son 15? El policia nos recalco que podriamos conducir 15 dias sin problema pero en cuanto recogiesemos la licencia deberiamos abandonar el pais en 24 horas... Ern muchas las dudas que nos asaltaban, estabamos cansados de esta situacion macarronica y surrealista...
Con este run run, nos dispusimos a buscar un bonito lugar donde pasar la noche y desconectar.
Me retiran el premiso 30 dias pero puedo conducir 15.
Dudas. Cansancio y la noche encima.
Y la gran pregunta: Pero, me devolveran la licencia? Cuando? Tenemos que estar 15 dias? Pagamos la multa y nos la devuelven? Son 30 dias o son 15? El policia nos recalco que podriamos conducir 15 dias sin problema pero en cuanto recogiesemos la licencia deberiamos abandonar el pais en 24 horas... Ern muchas las dudas que nos asaltaban, estabamos cansados de esta situacion macarronica y surrealista...
Con este run run, nos dispusimos a buscar un bonito lugar donde pasar la noche y desconectar.
Mister, your holidays in Rumania finnish here.
Sentimos no tener foto del momento, pero lo que acontece ha dado un giro de 360 grados al viaje.
Cuando no llevabamos ni dos horas en Rumania, por una carretera nacional con intenso trafico y al llegar a la poblacion de Zam, nuestros planes hicieron Zum.
Zam es el tipico pueblo con cuatro casas a cada lado de la carretera. Esta, es una recta de unos 600 metros con linea discontinua donde se puede adelantar salvo en el tramo central del pueblo donde comienza una linea continua hasta un paso de peatones, que es practimente invisible.
Como la velocidad del camion que llevamos delante es baja, lo adelantamos y pisamos levemente la linea continua, con tan mala fortuna de ser grabados el video por un coche patrulla que nos espera al final del pueblo.
Nos dan el alto. Como llevamos todo en regla, estamos tranquilos. Se acerca a nosotros un policia de unos 55 anos, con cara de pocos amigos y un gran bigote. Nos pide los pasaportes. Se va la coche. Vuelve. Me pide el permiso de circulacion. Se va al coche. Vuelve. Me pide que lo acompane al coche. Me muestra la grabacion. Marta espera junto a la moto. Las viejecillas sentadas al freco en la marquesina del autobus nos miran. Comentan la jugada. El poli empieza a hablar con su companero que esta rellenando unos formularios que entiendo son una sancion.
Se baja del coche y senalandome a mi y a la motocicleta me dice: Stop your motocycle there, your holidays in Romania finish here. Me dice que retine mi licencia de conducir por 30 dias...
Abro de par en par mis ojos. No me lo puedo creer. Marta se acerca corriendo. En ese momento nos quedamos flipando... Como el policia se vuelve a montar en el coche y arranca, creemos que nos va a dejar sin mas alli tirados en mitad de la nada. La maniobra era para hacerle una foto a la matricula. Como vemos que la cosa se pone muy seria, intentamos hablar con el de una forma razonable porque creemos que es una sancion desproporciona a la infraccion, a lo cual nos responde: ESTAS SON LAS LEYES DE RUMANIA. MINIMO 30 DIAS. STOP YOUR MOTORCYCLE; MISTER.
Imaginaros estar a cuatro mil y pico kms, en el pueblo de Zam, vestidos de motoristas con una moto que pesa mas de 300 kg cargada hasta los topes un viernes anocheciendo y a unos 60 kms de la ciudad donde ibamos a dormir...
Entonces comenzamos una conversacion de besugos, de: Usted me entiende? Si, te entiendo, pero son las leyes de Rumania; ya, le entiendo, pero usted es tambien humano? Si, lo soy, pero tambien soy policia y son 30 dias. bla bla bla bla...
Por otro lado Marta iba y venia echandose las manos a la cabeza y despotricando en arameo, menos mal que no la entendian... Su estrategia fue irse a por el poli bueno, que cabizbajo flipaba con la situacion... Mediante gestos, hablando en castellano, senalando la moto, el pueblo y los alrededores le decia: Pero donde vamos? Como nos vais a dejar aqui? Yo no puedo conducir la moto!!!... Angel dile que entonces la moto la aparcamos ahi (una especie de porche delante de una minicomisaria) y plantamos la tienda delante!!!...
Yo por otro lado con el poli malo y el papelon que se nos avecinaba... Intente incluso, con mucho tacto, pagar "algo mas de multa" (soborno), pero nada. Despues de hora y media de suplicas, no sabemos si por pena o por pesados, en un momento de lucidez el poli paro un coche con matricula espanola que conducia un Rumano que hablaba espanol que amablemente nos tradujo las contradicciones que se estaba montando el tipo. Le solto una parrafada con tal cabreo que el muchacho no se atrevia ni a preguntarle lo que no se acordaba o entendia. Ante la atenta mirada de medio pueblo (10 personas) ibamos viendo un poco de luz al asunto. Inexplicablemente, me retienen la licencia 30 dias pero me extienden un papelin con la firma y el sello de la poli, por le cual puedo conducir por 15 dias y mi licencia me la darian despues. Raro, raro, raro. Dandole las gracias por el gesto, nos largamos de alli. Parecia una pesadilla.
Tuberia infernal.
Este tipo de tuberia, imaginamos que de un gaseoducto, nos acompana kilometros y kilometros a traves de campos, pueblos, rios y esta ciudad, Arad. No sabemos si fue antes la tuberia o el barrio, pero tiene miga el asunto. Nos deja impresionados, la verdad.
Contrastes.
De camino a Deva, a pie de carretera, sorprende esta central nuclear en un estado de abandono total. El contraste es brutal entre el ambiente rural que se respira y la mega instalacion herrumbrosa... Es una zona de pasado reciente industrial pero en la actualidad es un escenario dantesco.
Altaricos.
Como las carreteras atraviesan las poblaciones, a la entrada y salida de cada una de ellas suele haber este tipo de imagenes, imaginamos como amuletos de proteccion del pueblo... Esta esta muy cuidada en contraste con otras completamente abandonadas.
Los chicos no lloran.
Nada mas entrar al bar, cual es nuestra sorpresa al oir como primera cancion Boys don't cry! Destino? Suerte? Presagio? Ya se vera....
Gasolinera Hopperiana.
En esta desolada area de servicio paramos a comer algo. La entrada a Rumania por Arad es una sucesion de areas para camiones donde el ambiente es polvoriento, como de road movie... En todo el pais hay una autovia, la que conecta Bucarest con Costanza, el resto son trilladisimas carreteras de doble sentido donde las rodadas de los camiones han hecho un surco en el asfalto...
Rovinete.
Para entrar a Rumania parece ser que necesitamos otra pegatina para poder circular. Tras una media hora en una cola vestido de astronauta y pasando un calor de mil demonios al llegar a la ventanilla, la amable dispensadora de las pegatinas de marras me dice: Motorcycle Free...
Un alto en el camino.
Por carreteras secundarias, los paises parecen mas vivos. En un pueblo estaban celebrando el dia del caballo. Nos paramos un ratin a disfrutar de semejante espectaculo ecuestre. El juego es basico: pasar el carruaje entre los conos naranjas sin tirar la pelotita amarilla de encima. Como veis estan tirando una. Y ellos lo estan viendo.
Cristo negro, por algo sera.
De camino a la frontera entre Hungria y Rumania, en un area comercial, encontramos este bronceado cristo.
Sexto dia de viaje.
Antes de bajar a desayunar ojeamos el mapa del recorrido. Dos dias en la misma ciudad hace que te vuelvas un poco perezoso a la hora de salir. Por mucho que lo intentemos nuestra hora es las once. El siguiente pais es Rumania, motivo de este blog. Tenemos muchas ganas de llegar mas alla del bosque.
De vuelta al Hotel Thomas.
El Danubio por la noche se presenta aun mas misterioso si cabe. Las aguas negras reflejan las luces de la ciudad imperial. Los rios profundos discurren silenciosos.
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