Castillo medieval.

Por estos parajes tomamos la firme decisión de solucionar de una forma definitiva el problema que teníamos entre manos. Por la tarde, iríamos a la policía de Brasov para salir de dudas. En este castillo (al cual se accede en un trenecito de esos turísticos del que no vamos a colgar foto), fue el momento de tocar fondo con el ánimo, tanto por la mala suerte de topar con este celoso policía como del fracaso en la asesoría de la embajada.

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