Una vez en la comisaría, le muestro tanto la denuncia como la autorización para conducir 15 días a un poli que, sin tener ni idea de inglés y tras quedarse leyendo unos minutos los papeles, me mira con cara incrédula y me pregunta mediante gestos que si me he acercado a la comisaría en moto. Le digo que no. Como no me cree, se asoma para comprobarlo. Mediante gestos me indica que tengo que pagar la multa a lo que asiento con la cabeza. Después y para mi sorpresa, llevándose el justificante a los ojos y levantando el dedo índice, me dice que es la primera vez que ve un justificante de este tipo. Me tiemblan las piernas, se me seca la boca y desorbito los ojos. Nuestros peores vaticinios parecen hacerse realidad. Osea, ¿que voy conduciendo con un papelucho que la poli de aquí no conoce? Entonces ¿si me paran, o tengo un accidente... qué es lo siguiente? ¿Un arresto? No puede estar pasándome esto a mi...
Ante la cara de debí poner, el poli, apretándome el hombro me pide que me tranquilice y que espere sentado en un banquillo (un banquillo del tipo de ordeñar ovejas). Se da media vuelta y desaparece escaleras arriba con toda mi documentación. Tras veinte interminables minutos, aparece de nuevo y haciendo un verdadero esfuerzo por entendernos me dice (o eso entiendo yo) que es un certificado que en esa región no se expide, que es legal pero que no debo conducir con él porque está fuera de control. Toma ya. No quiero ni pensar lo que nos hubiese pasado en caso de un control rutinario o una movida de tráfico.
Para asegurarse y para entendernos de verdad, decide llamar a un servicio de la policía en el que hablan inglés. Tras un breve diálogo en rumano con la operadora, empieza a repetirme en indio lo que la chica le decía al otro lado de la línea telefónica: "yu --- motorsaicol --- polis --- Deva --- draivin laisens" bla, bla, bla. No doy crédito. Mediante gestos le insto a que me pase con la otra persona a lo cual no accede. Cuando al fin entiende que es ridícula la situación, me pasa con la operadora pero sin dejarme coger el teléfono con mi propia mano. La escena no tiene desperdicio. Un tipo manteniéndome el teléfono en mi oído, yo intentando cogerlo y él bajándome la mano con la que le queda libre... Espero que al menos no pensase que iba a salir corriendo con un Nokia de 1997.
Para mi decepción, la chica me volvió a repetir la misma retaíla que en la embajada. Es decir, que el plazo de 15 días era legal, que no sabía qué tipo de justificante me habían expedido, que me cogiese un taxi para volver a Deva y una vez allí aclarase mi situación con el comisario jefe.
Cuando colgué, el policía, que en el fondo se veía majo, me dio una palmadita en la espalda y deseándome suerte me devolvió la documentación. Esto iba de mal en peor.
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