Noveno día de viaje.

Tras decidir la noche anterior que no cogeríamos un taxi y que por nada del mundo dejaríamos la moto en Brasov, desandamos los 300km de vuelta hasta Deva. Eso sí, extremaríamos las precauciones. Nada de superar el límite de velocidad, distancia de seguridad máxima y cosas así, que por lo menos nos daban la sensación de que nada podría pasarnos.

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